El sol entraba despacito por la ventana, poco a poco dejé de dormir sentía la guatita llena de agua, igual que cuando en el verano como mucha sandía.
Hoy es el santo de mi abuelita y llegó la tía Raquel con mis primos, ellos son del campo, todos los veranos vamos a su casa; a mí me gusta mucho el queso y los tomates y la tía me prepara unos causeos deliciosos, - si hasta engordo cuando voy de vacaciones -, yo la quiero mucho.
Tengo suerte justo me desperté antes de que empezara Pinpón, pero, igual no pude verlo todo porque el acusete de mi hermano, le dijo a la mamá lo que me había pasado y ella entre pregunta y pregunta no me dejó tranquila, siempre me gustan mucho sus besitos, pero hoy día hubiera preferido que no fueran tantos, era la continuación del capítulo de ayer y quedó de rechupete.
Mi hermano dice que los programas que yo veo en la tele son muy fomes, - como si los que él ve fueran buenos-, Música Libre, - ¡que risa¡-, total uno ve lo que quiera nadie le manda el gusto.
Me encanta hacer burbujas, siempre le pido rinso a la mamá y con el envase de un lápiz a pasta las tiro por la ventana, a mi abuelita no le gusta que yo haga lavaza porque dice que dejo todo sucio el piso y además es peligroso, - si te la tragas, te mueres-, me dice siempre.
La mamá le iba a contar a mis primos lo que pasó, tuve que suplicarle que no, -ella es muy fresca-, me hizo prometerle que haría la cama de mi hermano a cambio de que no me echara al agua, -¡qué injusta es la vida cuando una es chica¡-
Las burbujas son como mariposas y vuelan libres, me gusta imaginar que voy adentro de una de ellas y subo y subo hasta que un viento molestoso me reviente, - nada es para siempre-, dice mi mamá, -tampoco las burbujas-.
En la mañana la mamá fue a comprar jabón gringo para desmanchar la ropa del papá y yo aproveché para sacar un poquito de rinso sin que se diera cuenta, ayer me retó porque dijo que le había gastado casi todo el paquete en mis porquerías de globos y que el papá se sacaba la mugre para ganarse los pocos escudos que ganaba, - a veces pienso que los grandes son muy raros porque le dicen a los chicos que no mientan, pero ellos mienten el doble,- yo me saco la
mugre todos los días en la tina con agua y jabón, pero no me dan ni un solo escudo-.
Hacer burbujas no es tan fácil como parece, igual que jugar al luche, tiene su ciencia; no es solamente lavaza y soplidos, se trata de saber poner la cantidad justa de aire según el globito que una necesite. Las burbujas pueden ser grandes o chicas y la forma de echar el aire es de vida o muerte para ellas: hay que soplar con la trompita estirada, pero, no como uno la estira para silbar, sino que, un poquitito más cerrada, como cuando la mamá me da ese tónico asqueroso que según ella es muy bueno, sobre todo para mí que soy tan flaca, es fundamental soplar y no chupar, el problema estuvo allí, porque en la mañana y otra vez por culpa de mi hermano, en vez de soplar…..
Mi sesión de burbujas había empezado muy bien, ya tenía lista la lavaza y pude abrir la ventana que da al granado, me gusta especialmente ese lugar porque desde ahí puedo mirar para el lado sin que me vean los vecinos y tirar las burbujas encima de la ropa que la vecina tiende casi todas las mañanas a esa hora. Me dan risa los circulitos blancos que quedan en los pantalones negros de don Sergio cuando las burbujas se secan, no entiendo porque se enoja tanto, al final le estoy haciendo un favor; si el pantalón no tuviera esos lindos adornos, parecería que el viejujo va a un funeral, la cosa es que tomé mucho aire para empezar a fabricar pelotitas, cuando el picota de mi hermano pasó corriendo por detrás de mí y me empujó, yo me pegué en la guatita con el respaldo de la silla en la que me subí para alcanzar la ventana y se me fue todo el aire, -pasó tan rápido- , no tuve tiempo de soltar la bombilla del lápiz que tenía en la boca y adentro del vaso con la lavaza antes de volver a tomar aire, por lo que al respirar otra vez, además de aire entró menjunje por mi garganta. -Si hicieran dulces con sabor a lavaza yo creo que nunca los compraría porque serían realmente asquerosos-.
Primero sentí la lavaza en la boca, un sabor áspero y amargo hizo que me doliera y me ardían las encías como cuando por error comí el ají del papá creyendo que era salsa de tomate y tuve que tomarme dos litros de leche para que se me quitara el ardor de la boca, pero no era sólo eso, la lavaza también estaba en mi garganta y no me dejaba respirar, sentía muy fuerte los latidos del corazón y no podía llamar a la mamá, o a mi abuelita o por último a mi hermano para que
me ayudaran, me caí de la silla y aunque al caer la lavaza llegó a mi guatita igual no podía respirar, tenía fuego adentro. Después sentí ganas de vomitar, pero no salía nada, me puse a llorar y hasta me salieron moquitos, recordé la sentencia de mi abuelita,-si te la tragas te mueres-, me dio pena pensar que me iba a morir tan chica, en estos casi seis años me he dado cuenta de que cuando una tiene más problemas siempre está solita.
Me dolía mucho la guata, me ardía la boca y sentía que no iba a alcanzar a llegar a la cama antes de morir, -pucha la lesera- ¡para qué habré ahorrado tanto si no podré disfrutar de mi esfuerzo’-, el ardor continuaba, la guata se me empezó a mover como si tuviera algo adentro, por fin llegué a la cama, pero, no a la mía; A la de mi hermano. Vi todo negro, me estaba empezando a morir.
Nunca pensé que morirse fuera como cuando una tiene sueño- y después de un ratito de retorcijones de guata, un poquito de vómito y más mocos, me morí.
A pesar de lo que dicen no es tan malo morirse, porque justo resucité cuando iba a empezar Pinpón, a lo mejor otro día si es que me aburro me muero un ratito de nuevo. Pero eso sí, después de los monitos de la tarde.