1/18/2009

El Ojo

El semblante cambió para los dos. Es como si el sol hubiese dejado de brillar sobre nuestras cabezas. Quizá sólo para mí. Si, a estas alturas lo veo todo perdido, una llama en mi dedo alumbra el ojo que no tengo ciego. El otro se mantiene en tinieblas por opción propia. Como es de noche, la voz es más audible, entonces digo: te extraño o tal vez te digo: extraño. Las consecuencias siempre son las mismas a cualquier lado de la cuerda. No me llames. No abuses del cordón que nos une algunas veces, cuando el sol deja de brillar. Perdí el control de los sentimientos. ¿Qué hacer? Una pared, frente a mis ojos. Uno ve, el otro se resiente con la oscuridad. ¿Amor? Nadie me habló antes de esa palabra. Entonces, ¿Qué hago con las manos llenas de frambuesas? Que es el sabor que imagino sale de tus labios. Como un néctar regurgitante , que viene del interior de tu boca. Yo, hago que el sol brille dentro de tu garganta, como si volara una polilla juguetona en tu interior. Ves estas manos introducirse al interior de tu cuerpo dormido. Lo ves porque hay un ojo que siempre me observa.

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