8/13/2007

Mudream

Es notable, pero lo que más llama la atención a la gente que viene de provincia, son las luces de la ciudad en la noche. Tal vez sean esas imágenes de grandes ciudades cosmopolitas que aparecen en televisión, llenas de luces de neón rojas y azules, como en los anuncios de pub y discoteques que con sus vitrinas inviten a conocer la agitada, alegre y a veces decadente noche. Miran el cielo lleno de anuncios brillantes y en movimiento como si hubiera una fiesta en la azotea de los grises edificios capitalinos. Es raro pero entre tanto espectáculo y alcohol no se dan cuenta que en la noche no hay estrellas, solo una solitaria luna aparece de vez en cuando en el cielo. Pero en la reducida y corrupta provincia de santiago importa poco que las estrellas estén en huelga de brillo y que la luna vagabundee de vez en cuando por las improvisadas fiestas de mitad de semana. Una noche, para la ciudad también importó poco ver como colgaba del pasamanos de un balcón una joven de rasgos aparentemente extranjeros, con rostro perdido de apariencia frágil como el vapor que salía de su boca en esa helada noche. Estaba sostenida de una mano y un pie mientras el resto del cuerpo oscilaba al vacío.
Ella tiritaba no sé si de frío o de miedo mientras solo con una sencilla polera blanca de gimnasia, jeans azules y pies descalzos miraba al cielo como si fuera la única en darse cuenta que el smog y las luces habían apagado las estrellas de nuevo. Estuvo un buen rato ahí como si escuchara algo importante o transcendental de su vida. De un momento a otro tomó aire con fuerza como si se fuera a sumergir en el pozo oscuro de esa noche y soltó su mano del barandal, cayendo con furia esos tres cortos pisos, estrellándose contra una rumba de cajones detrás de un gran basurero anaranjado. El golpe fue brutal, pero no para matarla instantáneamente, todavía quedaba una agonía, antes de diluirse en la noche.
Por ese mismo oscuro callejón caminaba un hombre de unos treinta años vestido con un traje que parecía hecho de de un estropajo o que simplemente era uno, estaba drogado como si el mundo se fuera a apagar, en una de sus manos llevaba una caja de vino.
Miró con sorpresa,- dentro de su estado de semi inconciencia,- a la chica que presentaba una enorme contusión en todo su bostado izquierdo, el drogo se detuvo por un rato, comprobó que no hubiera testigos mientras se quitaba la chaqueta. Puso a la chica bo#a arriba, de nuevo mirando al cielo, notó que aun estaba viva, con los ojos perdidos y moviendo la boca como un pez agónico, tratando quizás de decir algo.

El hombre rápidamente le quitó los jeans y la ropa interior, quedando expuestas al frío sus tibias piernas. Se puso de rodillas frente a ella con el corazón exaltado y jadeante como un animal, le subió la polera y vio sus blancos, tiernos y juveniles pechos apuntando al cielo. Bajó el cierre de sus raídos pantalones quedando al aire su rosado y a esas alturas abultado pene, como si fuera una lanza de carne dispuesta a arrojar su furia contra la moribunda. Se puso encima de ella, le separó bien las piernas y se preparó a dar un primer espolonazo de entrada con violencia desmedida, mientras con desesperación morbosa mordía los delicados senos. La hallaron un par de días después, ocultó su cuerpo dentro del basurero. los del médico legal no supieron si la mato el daño interno de sus órganos provocado por la caída, si fue ahogada en su propia sangre y dolor o por las heridas de brutales golpes provocados por la constante violación del drogo, tal vez Dios al verla se compadeció de ella y le dio el escape final. Es notable, pero a nadie le llamó la atención, el hecho de que una chica extranjera saltara desde el balcón de una oficina publica en pleno centro y que solo un par de jóvenes de la periferia vinieran a retirar el cuerpo. Aparte de ello apenas apareció una pequeña nota en algún diario de mala muerte.

La noticia no le convenía al gobierno, en esa época, quería un tratado de libre comercio con los americanos. No era prudente dar a saber que en chile se viola en forma impune a las extranjeras,- sugirió el ministro-.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sólo pediré una pequeña parte de las ganancias de tu libro, lo suficiente para chelas y arrollado primavera, te quiero, kalule para tí.¿que tal quedó?

Anónimo dijo...

notablemente macabro.

Arianna