2/08/2009

Vital elemento

Había una vez un hombre que en vez de sangre llevaba agua en las venas, pero no de forma metafórica,;agua, pura y cristalina.
Era conocido en el barrio, tenía una especial calidez humana que atraía a las personas.
Nadie se preguntaba porque este gentil hombre, carecía de sangre y como vivía en perfectas condiciones, solo tomando una precaución,- no acercarse demasiado a alguna fuente de calor, nada de estufas, ni chimeneas, las duchas siempre frías.

Cuando era pequeño aprendió muy bien la lección, luego de que se le ocurrió ponerse junto a una fogata para calentarse las manos, el agua que paseaba por sus venas a raíz del calor comenzó a calentarse al punto de hervir, ese día supieron que no tenía sangre y realmente no sé que fue más doloroso, si la quemadura interna o la lesión de descubrirse demasiado diferente.

El hombre había heredado una gran casona, luego de la muerte de sus padres y dedicaba sus innumerables habitaciones al alquiler
fue por esa razón que conoció a la mujer, ella venía llegando de quién sabe donde y se quedaría en la posada por un par de meses.

Una cosa lleva a la otra y a la siguiente y entre los dos comenzó un acercamiento y luego una relación que fue retardando la anunciada partida de la mujer.
El amor a veces tarda pero siempre llega versa la canción; el hombre se sentía feliz, era tanta la emoción de tenerla cerca, que su cuerpo se incendiaba.

Todo el que veía a la mujer sentía que ella escondía un secreto, era muy misteriosa y de carácter explosivo, de mirada ardiente que cautivaba a los hombres.
Una cosa lleva a la otra y a la siguiente y al tener su primer encuentro íntimo, el hombre conoció el gran secreto de ella, la mujer tampoco llevaba sangre en las venas, tenía una especie de fuego líquido, casi lava incandescente.

Eso fue lo que él alcanzó a entender antes de comenzar a evaporarse, sí-, a evaporarse, lenta y dolorosamente, frente a los encendidos ojos de ella.

Tanto esperar compartir la vida con alguien sin encontrarla, tantos sueños soñados de a dos con esa mujer misteriosa y casi desconocida que puso calor en el corazón y el cuerpo del hombre, luego de unos segundos comenzó a subir y vió parte de su cuerpo luciendo como globo sin aire en una habitación llena de vapor, por un momento resbaló en uno de los vidrios de la ventana, salió a la calle se posó en unas hojas hasta subir a las nubes y contemplar el mundo desde las alturas.
Por esas cosas de la vida o mejor dicho, por esas cosas de la muerte, el hombre tuvo la oportunidad de volver a la tierra justo en el punto que conoció a la mujer, a recrear los últimos 2 meses vividos.

… y así fue que conoció a la mujer, otra vez se reflejo en esos ardientes y hermosos ojos que tenían el color de las llamas y rozó con su boca esos bellos y rojos labios, soñando con alcanzar pronto la tibieza de su cuerpo…sin importarle correr la misma suerte…

el amor tarda pero siempre llega y más vale vivir un segundo envuelto en sus llamas ; que una fría y solitaria eternidad

3 comentarios:

adriana rey dijo...

Es la primera vez que paso por acá, muy buenos escritos. En cualquier momento paso de nuevo!

Lila Manrique dijo...

Cuanta razón Emilia, es mejor vivir el amor, que quedarse helado por siempre.
Hermoso leerte.
Y ya tengo en mi blog, a dijo la changa.
Un abrazo para ti y para todos.

Laura dijo...

Querida perica,
copio tu relato y espero leerlo en la radio esta tarde (junto con otras cosas tuyas) aprovechando que es el día en que el comercio celebra al AMOL. 103.7 FM 19 a 20 hrs.