I
Dibujé un poema
en la proa de un barco
hecho de servilleta
que temblaba con el oleaje de mis
pestañas
y lo eché a navegar
corté un pedazo de mantel
y escrbí un mensaje
en un lenguaje
parecido a las líneas de mis manos,
que sólo los peces y tú pueden
entender
lo metí en una botella vacia
lanzándola a perderse en el mar
de la esperanza de encontrarte
total,- la esperanza es lo último que
se pierde-, dicen.
Hice una visera con mi mano
para otear el cuadradito de horizonte
que deja ver la ventana del bar
y mis ojos dieron
al centro de la incertidumbre
sumergiéndome en el siguiente vaso
que precedió al que vendría
II
Suma otro día la bitacora de tu
olvido,
las velas se consumieron esperando
vientos
que trajeran tu aroma
y migraron sin regreso
dejándome solo en la barra, con un par
de borrachos tripulantes de sueños
trasnochados,
que navegan recuerdos
en mares de ron demasiado añejo
corsarios de barrio capeando
tempestades
abrigados en la resaca
igual que yo, capitán,
de un barco de papel
con un poema tallado en la proa
que navega en el azul de un
recuerdo