5/03/2010

Trayecto mortal


A la micro donde iba, subió la muerte, justo en la esquina de pajaritos con Vespucio, cuando la vi me asusté y pensé que venía a buscarme y temblando guardé silencio,- pensé que hacer un escándalo sólo ganaría su antipatía y aproveché de comprobar casi como una cazadora de mitos que no es cierto eso de que en presencia de la muerte los hechos más importantes de tu vida pasan frente a tus ojos como en las películas -, sin embargo pareció no verme, yo,-por mi parte-, comencé a mirarla y el miedo que sentí al principio se transformó en lástima y hasta risa en algún momento, al ver su rostro tan huesudo y la forma dificultosa en que enganchaba la guadaña en el fiero de arriba-. Llevaba una especie de pareo negro y los brazos al aire, era pelada y parecía suspendida en el aire,- a quien andaría buscando? Y por qué no se lo llevaría de una vez por todas.

El resto de los pasajeros la ignoró por completo, su presencia fue para ellos como uno de esos vendedores ambulantes que dicen que son parte de un hogar de rehabilitación de drogas para vender sus parches.

Un par de cuadras más allá el asiento de al lado se desocupó y la muerte se sentó justo junto a mí y al hacerlo un escalofrío me recorrió súbitamente, pensé en pararme, pero hubiese sido muy evidente que quería arrancarme, así que traté de respirar lo menos posible, estaba tan nerviosa que olvidé bajarme en la esquina y seguí un viaje a quien sabe donde, empecé a sentir los ojos muy pesados y mi corazón se retorció cuando la muerte me preguntó

- ¿donde queda el cementerio?-

quizá que cara puse, porque me dijo con voz de ultra tumba,

que te asombras tanto, yo también quiero llegar a la casa, igual que tu y todos los que van en esta micro, me vas a decir o no-.,repitió ya molesta

yo que no conseguía articular palabra alguna le dije que a cual de todos los cementerios, ella me miró sorprendida y guardó silencio, para continuar diciendo,

- al mas próximo, estoy muerta de cansada de todas formas todos son lo mismo, los huéspedes no cambian-.

Con el tremendo susto, no me había percatado que la micro tomaba ya rumbo de regreso, por lo que debe haber transcurrido bastante tiempo desde que comenzó a preocuparme la muerte; con un poco de prisa y agio de valor le indiqué a la huesuda pasajera la ubicación del cementerio general y le dije que le recomendaba ese, pues a mi humilde criterio era el más top de todos, ella me miró sin expresión alguna y sin dejar que terminara de darle las indicaciones,-se bajo, cuando la micro reanudaba la marcha.

Yo tomé la micro hacia el lado contrario para tratar de llegar a mi destino inicial, debo reconocer que el trayecto de esa tarde fue demasiado distinto a los otros y que me hizo pensar lo ridículos y pretenciosos que podemos llegar a ser queriendo saberlo todo o al creer que lo sabemos, tomando en cuenta que hasta ka muerte necesita ayuda, no sabe a donde va, no escucha a nadie y sobre todo , tambien se equivoca


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